Wolfgang Porsche
La hacienda Schüttgut, en Zell am See, Ferdinand Porsche adquirió la propiedad austriaca de más de 600 años de antigüedad ubicada en una pradera de alta montaña en 1941 para que sirviera de refugio a su familia y a sí mismo, de modo que permaneció ligado a Austria a pesar de que hacía tiempo que se había asentado en Stuttgart. Su hijo ‘Ferry’, fundador de la actual empresa y padre de Wolfgang Porsche, había descubierto la finca en los años treinta del siglo pasado durante una excursión a la montaña. La zona que rodea el Grossglockner, la montaña más alta de Austria, es un territorio ideal para expediciones y pruebas automovilísticas. A partir de 1943 Schüttgut se fue convirtiendo en un refugio para toda la familia. Once niños, entre ellos Wolfgang Porsche, disfrutaron de este idilio con un lago tranquilo e imponentes cadenas montañosas lejos de la guerra.
Ferdinand Porsche fue un ingeniero y diseñador genial, pero Wolfgang, su nieto más joven, apenas le veía. Tras la liberación de Ferdinand Porsche de la prisión en Francia su salud quedó resentida, pero él no dejó de moverse. Desde la perspectiva del niño, siempre se estaba marchando o acababa de llegar de algún lugar. Pero, cuando alguna vez se quedaba, era en su opinión el abuelo indulgente y bondadoso que iba a menudo con él, por ejemplo, al cine. Entonces Wolfgang podía sentarse a su lado y se divertía secretamente preguntándole por su opinión después de la película, aun sabiendo que el abuelo se había quedado medio dormido durante la proyección.
En 1949 el pequeño, pero brillante, equipo de desarrollo que rodeaba al padre de Wolfgang, Ferdinand ‘Ferry’ Porsche, abandonó el exilio en Gmünd (Carintia, Austria) para regresar a Stuttgart. Los niños de Schüttgut se fueron disgregando poco a poco: los Porsche se mudaron a Zuffenhausen y Feuerbach (Alemania), y los Piëch a Salzburgo (Austria).
A pesar de tener lugar durante la sobria época de la posguerra, el cumpleaños número 75 de Ferdinand Porsche el 3 de septiembre de 1950 fue toda una fiesta en el Palacio de Solitude, cerca de Stuttgart. Todos los hermanos y primos estaban invitados, menos Wolfgang, de siete años. Era demasiado joven. Hasta la fecha Wolfgang Porsche no ha olvidado la nostalgia con la que observaba desde una ventana de la villa Porsche el ir y venir de los invitados en el Feuerbacher Weg. Cinco meses después Ferdinand Porsche falleció.
Wolfgang Porsche asistió a la escuela Odenwaldschule, en el barrio Ober-Hambach de Heppenheim, una localidad del estado de Hesse (Alemania). Era un reputado internado que seguía el modelo pedagógico progresista. Junto a su diploma de bachiller realizó una formación de forjador de metales. La pieza clásica que tenían que fabricar los oficiales en los años sesenta era un juego de utensilios para la chimenea, además de la rejilla, todo ello forjado con mucha dedicación. Desde entonces Wolfgang Porsche no volvió a forjar demasiado, pero siguió siendo una persona con una tendencia al pragmatismo, afirma. En su vida siempre ha ocupado un lugar esencial la experiencia de los deportivos: recuerda que durante los fines de semana o en las vacaciones su padre ‘Ferry’ y su hermano Ferdinand Alexander discutían sobre el modelo sucesor del 356, o las pruebas nocturnas en la autopista en dirección a Leonberg y atravesando el túnel de Engelberg… También el Gran Premio de Nürburgring fue a partir de 1951 un amor de verano y una cita obligatoria para la familia, igual que las 24 Horas de Le Mans. Los clientes de la joven marca de deportivos solían dedicarse el ‘saludo Porsche’: un breve accionamiento de las luces. En el tablero de mandos del 356 aparecía San Cristóbal (el protector de los viajeros).
Desde 1951 Le Mans es La Meca de la marca Porsche, y también para el joven Wolfgang. Partía a la Sarthe con aventurera naturalidad. Las imágenes han conservado el recuerdo de su primera visita a Le Mans: todos en los boxes, Wolfgang Porsche con el cronómetro y la despreocupación de sus 13 años, medio apoyado en una pared, al lado de su padre ‘Ferry’, y frente a ellos el director de la fábrica de Porsche, Hans Klauser.
La aventura de Le Mans pronto ganó glamour. Tras los primeros 356 Coupé aerodinámicos, Porsche transformó un 550 A Spyder en un coupé. Con él, Graf Berghe von Trips y Richard von Frankenberg llegaron quintos en la clasificación general. Para su excelente desempeño sólo necesitaron 135 caballos de potencia refrigerados por aire, una temprana muestra de la capacidad de los deportivos de Porsche para la larga distancia y bajo condiciones especiales..
Hasta la fecha las 24 Horas de Le Mans son una fijación para Wolfgang Porsche. En las últimas victorias absolutas de 2015, 2016 y 2017 permaneció todo el tiempo en los boxes escuchando la transmisión de la carrera con sus auriculares. Una vez que los autos Porsche cruzaron la línea de meta se lanzó a abrazar a sus pilotos y directores de carrera, y en 2016 la victoria hizo brotar lágrimas de compasión por los vencidos: tras 23 horas y casi 58 minutos, el Toyota que iba en primera posición perdió potencia y rodó hasta detenerse en la pista.
Ya a mediados de la década de los años sesenta, con el automovilismo en el corazón, Wolfgang Porsche decidió convertirse en un hombre de negocios y seguir adelante con los correspondientes estudios universitarios en Viena. La Universidad de Economía, situada en un barrio noble de la ciudad, tenía gran fama, también en lo concerniente al estudio de la vida en sí. Wolfgang Porsche cambió su primer 356 por un Escarabajo de Volkswagen, mucho más discreto, pero con un motor Porsche de 95 caballos de potencia y un volante Nardi. “Con él podía competir tranquilamente con el Mercedes 220”, recuerda sonriente. A su vez, su esencia austriaca fue tomando forma: grado académico, modales suaves y una cortesía discreta. Todo ello, sumado a su elegante alemán de Schönbrunner, le confería una imagen adecuada a su gran nombre.
En Zell am See ‘Ferry’ Porsche decidió en 1972 que la familia se retirara de la gestión operativa de la empresa. Los tiempos habían cambiado, y la fábrica y la producción estaban creciendo vertiginosamente. Wolfgang Porsche fue el único que no tuvo que dimitir, ya que por ser el más joven todavía no trabajaba en la empresa propia. Con el tiempo considera que la decisión fue acertada: como dice el refrán, “Muchos chefs en la cocina dañan la comida”.
Ernst Fuhrmann fue el primer Presidente del Consejo Directivo que no era miembro de la familia, aunque sí un especialista en Porsche. El ingeniero había participado en las pruebas de motores de Porsche desde 1947 y a mediados de la década de los años cincuenta fabricó el famoso motor Fuhrmann, un grupo bóxer de cuatro cilindros con árboles de levas en las culatas. En 1973 fue fabricado el primer Porsche con 1.000 caballos de potencia, la versión CanAm del 917, primero con el 917/10 TC, después con el 917/30 Spyder, que incluso superó los 1.000 caballos. Más relevante, desde la perspectiva actual incluso todo un hito, fue el 911 Carrera RS 2.7 de 1973 con el que la marca Porsche iba dando mejor forma a su perfil.
Tras realizar unas prácticas en un banco, Wolfgang Porsche se convirtió en empresario. Durante 27 años dirigió un negocio de importación de motocicletas Yamaha en Austria y Hungría. Para acumular más experiencia práctica en el sector automotor, de 1976 a 1981 trabajó para Daimler-Benz en Stuttgart. Mientras tanto, sus tres hermanos Ferdinand Alexander, Hans-Peter y Gerhard se habían labrado sus propias carreras profesionales. Por deseo de su padre, Wolfgang Porsche se incorporó al Consejo de Supervisión de la sociedad Dr. Ing. h.c. F. Porsche AG. Había llegado definitivamente a Porsche.
Año 1977. El Porsche 928, moderno, aerodinámico, con un motor V8 refrigerado por agua, fue elegido automóvil del año por los periodistas internacionales, pero no tenía lo que se necesitaba para suceder al 911: demasiado ‘transaxle’, demasiado poco Porsche. También el 911 pasaba por momentos difíciles. Tras las crisis del petróleo de 1973 y 1979, un bóxer de seis cilindros refrigerado por aire parecía una gran idea, pero no tenía futuro. El Presidente del Consejo Directivo, Peter Werner Schutz, un alemán-norteamericano, consideró que todavía podía superarse el 911 y sacó al mercado el 911 SC cabriolet. El nueveonce estaba salvado.
A principios de los noventa estaba en juego la existencia de la empresa. La familia se mantuvo leal y encontró en Wendelin Wiedeking a un decidido salvador, aunque sus métodos de modernización según ejemplos japoneses sorprendieron a muchos coetáneos de Zuffenhausen. Hasta la última piedra de la venerable fábrica fue removida.
La renovación de la estrategia de los modelos fue igual de revolucionaria: el concepto de las piezas iguales para los modelos 911 y el nuevo Boxster de dos puestos y motor central, la refrigeración por agua para todos los motores. Después un SUV con el nombre más llamativo del sector, y más tarde un Gran Turismo de cuatro puertas. El Consejo Directivo diseñó un audaz plan para el futuro que fue aprobado por Wolfgang Porsche.
En marzo de 1998 fue fabricado en Zuffenhausen el último motor Porsche refrigerado por aire. En su época ‘Ferry’ Porsche había tomado de Volkswagen la refrigeración por aire y la había desarrollado hasta presentar en 1998 el Porsche 911 Turbo S de 450 caballos de potencia. Pero por motivos ecológicos y acústicos le llegó su hora. La refrigeración por agua también para el motor bóxer de Porsche horrorizó a muchos fans del 911, pero la nueva generación sentó los fundamentos de la época moderna y actualmente sigue siendo también un clásico.
El 27 de marzo de 1998 ‘Ferry’ Porsche falleció en Zell am See. El fundador de la empresa había forjado una leyenda del automóvil y a su vez, con una delicada mezcla de progreso y emociones, una cultura de empresa a la que no había nada que objetar. El nombramiento de Wolfgang Porsche, el más joven de la tercera generación, para ser el portavoz de la familia, fue una señal de consenso y al mismo tiempo de futuro.
Wolfgang Porsche, siempre cercano a la empresa, tiene un buen olfato para la tradición y para los valores de la propia familia. Por ello, fue un acto lógico que volviera a adquirir la hacienda Schüttgut. La finca vuelve a ser el refugio de la familia y a su vez lugar de reposo de los restos mortales de los antepasados. A la sombra de las montañas Grossglockner, Kitzsteinhorn y Schmittenhöhe, Wolfgang Porsche, copropietario y miembro del Consejo de Supervisión del Grupo Volkswagen, se mueve entre la responsabilidad de la industria más grande de Alemania y sus propias pasiones. En su escaso tiempo libre le gusta pintar naturalezas muertas al óleo, a veces también caza después de una buena nevada y sobretodo colecciona vehículos de la marca Porsche. En su flota personal de vehículos tiene entre otros un tractor Porsche, pero también un Austro Daimler ‘Bergmeister’, una joya para el Concours d’Élégance. Lo mejor de la colección de Wolfgang Porsche es que, al igual que sus hijos, conduce regularmente y con toda despreocupación sus tesoros. Desde luego, los deportivos de Wolfgang Porsche no se van a averiar por estar parados.
Volvamos al empresario Wolfgang Porsche. El continuo crecimiento de la empresa requería una seguridad industrial y la asociación con Volkswagen fue por tanto lógica. En la actualidad, Wolfgang Porsche lleva el control en calidad de miembro de diversos Consejos de Supervisión. Con encanto, compromiso y, si es necesario, severidad. Apenas duerme tres noches seguidas en el mismo lugar, pues viaja permanentemente, especialmente entre Salzburgo, Zell am See, Wolfsburg, Ingolstadt y Zuffenhausen.
El Grupo Porsche ha comenzado a invertir miles de millones de dólares en electromovilidad y digitalización. Wolfgang Porsche está integrando a la siguiente generación, que ya es la cuarta de su familia, y entrena a los jóvenes para las tareas futuras. Está orgulloso de su hija, sus tres hijos y sus cuatro nietos. Salzburgo y Zell am See son su hogar. En Zuffenhausen trabaja en el despacho de su padre, que conserva su estado original. Es un controlador en el sentido más estricto de la palabra, representante e impulsor apasionado. Wolfgang Porsche cuida la historia a la vez que trabaja en el progreso.
“Me siento personalmente muy conectado a la familia, la empresa y todos los empleados. Para la familia Porsche y para mí las personas y los empleados son elementos primordiales. El respeto mutuo y el interés por el prójimo son bienes que han sido y son decisivos para el éxito de Porsche. En estos valores me educaron desde la infancia mi abuelo Ferdinand y mi padre ‘Ferry’. Porsche no es solo un automóvil rápido, Porsche es un sistema social”.
Wolfgang Porsche